domingo, 23 de febrero de 2020

viernes, 21 de febrero de 2020

Tema 1: Situaciones y variables en la situación de enseñanza de las lenguas extranjeras: contextos de adquisición y uso, repertorio lingüístico, la lengua extranjera a edades precoces.

La clase del día 9 de enero de la asignatura Didáctica de las lenguas extranjeras fue impartida por el profesor Gonzalo. En ella tratamos el Tema 1: Situaciones y variables en la situación de enseñanza de las lenguas extranjeras: contextos de adquisición y uso, repertorio lingüístico, la lengua extranjera a edades precoces. Durante la clase, además de los contenidos impartidos, también realizamos varias actividades que nos sirvieron para ver la información de forma más práctica, hablaremos de ellas más adelante.

Comencemos por proporcionar información sobre el tema. Como hemos dicho previamente, este tema trata las diferentes situaciones de enseñanza en cuanto al aprendizaje de lenguas extranjeras. Existen varias maneras de catalogar las lenguas, en cuanto al contexto de adquisición tenemos la lengua inicial, segunda lengua y lengua extranjera. La lengua inicial o materna es la primera lengua que aprende un niño/a para comunicarse adquiriéndose de manera inconsciente antes de la etapa escolar y sin ninguna intención concreta. Se pueden adquirir dos lengua iniciales, por ejemplo, en Galicia gran parte de la población aprende el gallego y el castellano como lenguas maternas. La segunda lengua es la lengua adquirida después de la lengua inicial. Se adquiere en la escuela o en el entorno sociocultural del individuo y se presenta como una lengua vehicular o típica de la escuela. En cuanto a la lengua extranjera, debe ser una lengua diferente de la inicial y la segunda, que se adquiere solamente en el contexto escolar, de forma consciente y con una intención clara. 

Otra posible división de las lenguas es atendiendo al contexto de uso, así las lenguas pueden ser habituales, de trabajo o vehiculares. La lengua habitual, como su nombre indica, es la que usamos en la mayoría de los contextos comunicativos. Es posible tener dos lenguas habituales, véase los hablantes bilingües. La lengua de trabajo constituye el principal medio de comunicación en una empresa, organismo u estado plurilingüe. Por último, la lengua vehicular o lengua franca, es la que sirve de medio de comunicación entre hablantes de lenguas diferentes, en la actualidad la más extendida es el inglés. También es posible clasificar las lenguas según las habilidades que un individuo o una comunidad de hablantes posee en relación con el uso de una o más lenguas y de las distintas variedades de cada una de ellas. Por lo tanto, en este repertorio se encuentran, no solo las lenguas que hablamos activamente, sino también las lenguas que conocemos de forma pasiva. Por ejemplo, un hablante de español puede ser capaz de entender de forma escrita y hablada el gallego, pero no ser capaz de hablarlo. Pinchando aquí os llevará a mi repertorio lingüístico. 

En cuanto a las actividades que realizamos durante la clase, la primera de ellas fue la creación de un diagrama de Venn en grupos. Estos diagramas se usan con el fin de ilustrar, de forma gráfica, la relación entre uno o más objetos, ideas, personas o eventos, comparándolos. El diagrama se representa mediante dos círculos, situando los elementos que se quieran comparar dentro de ellos. Mediante esta técnica se consigue ver de forma clara y esquemática las diferencias, similitudes y rasgos comunes de los elementos comparados. Existen tres tipos de diagramas de Venn: dos círculos separados, un círculo dentro de otro o dos círculos separados pero entrelazándose. Este último fue el modelo que realizamos durante la clase, dibujando los círculos en un folio A3, y comparando lengua inicial y lengua extranjera, así conseguimos ver los rasgos característicos de cada “tipo” de lengua y los rasgos comunes a ambas. Resultó una actividad muy interesante ya que todos sabemos las definiciones de lengua inicial y extranjera, pero a la hora de pensar en características diferenciadoras y comunes, nos supuso un pequeño reto. 

La siguiente actividad que realizamos consistió en la creación de un “Placemat”. Esta herramienta de aprendizaje grupal consiste en la división de un folio en seis partes con un rectángulo en el centro. En este rectángulo se coloca la pregunta o enunciado que debe ser respondido. Durante la clase se crearon grupos de seis miembros y se le asignó a cada grupo dos preguntas en relación al tema, en el caso de mi grupo las preguntas fueron: 
  • Citröen tiene 13 fábricas en 7 países diferentes. ¿En qué lenguas se comunican los responsables de las fábricas entre sí?
  • En una feria de tecnología digital se reúnen comerciales de 6 compañías de Francia, Bélgica, Costa de Marfil y España. ¿En qué lengua hablarán entre sí?
Estas preguntas debían ser respondidas por cada uno de los miembros en su respectiva división del folio, sin ver las respuestas de sus compañeros/as. Al terminar el tiempo de respuesta los grupos tuvieron que ponerse de acuerdo mediante el debate, para conseguir una respuesta común y se realizó una puesta en común en clase, debatiendo sobre las respuestas correctas a las diferentes preguntas. Es una técnica muy atractiva a la hora de realizar un brainstorming y generar ideas en torno a un evento o problema. Además, fomenta la colaboración y la resolución de problemas en equipo, aumentando la responsabilidad del alumnado y la participación en su propio aprendizaje. 

En conclusión, hemos visto algunas de las diferentes formas de clasificar las lenguas, consiguiendo asentar conceptos y tener las ideas más claras. Esto es necesario para realizar nuestra futura labor docente de la forma más adecuada. Además, al intercalar teoría con práctica, se consigue que la clase sea más amena y nos da ideas de actividades que podemos realizar como futuros/as docentes. 

Aquí os dejo unos enlaces relacionados con el tema que pueden resultar de interés:

martes, 11 de febrero de 2020

TEMA 4: La evaluación en el aula de lenguas extranjeras: evaluación inicial, formativa y sumativa. Instrumentos de evaluación: rúbricas.

La clase del día 4 de febrero de la asignatura Didáctica de la Enseñanza de Lenguas Extranjeras tuvo lugar con la profesora Cristina y versó sobre los distintos tipos de evaluación y el uso de descriptores en las aulas. Comencemos por definir el término evaluación. La evaluación se define como la recogida sistemática de datos con el objetivo de tomar decisiones dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje. Saber si un alumno/a pasa de curso o no, si la metodología utilizada está funcionando, si los contenidos están asentados o si son necesarias actividades de refuerzo o si nuestra práctica docente es adecuada, son algunas de las decisiones que se pueden tomar tras un proceso de evaluación. 

Existen tres tipos de evaluación: inicial o diagnóstica, formativa y sumativa. La evaluación inicial es la recogida de datos con el fin de conocer el estado de la clase, qué nivel presenta el alumnado, realizando un diagnóstico y actuando en consecuencia. Es una evaluación que se suele realizar a principio de curso o de trimestre y es muy interesante para saber de donde vamos a partir y organizar el curso en torno a ello, informando al alumnado desde el inicio, para que tenga en cuenta los contenidos que se van a exigir y a evaluar. Esta evaluación tiene mucha importancia a la hora de conocer al alumnado y adaptar las actividades en torno a ello, los libros de texto presentan un nivel estándar, con actividades o ejercicios que pueden no adecuarse a nuestro curso en concreto, por ello, conocer el nivel y necesidades de nuestro alumnado es muy beneficioso para conseguir que adquieran los contenidos de forma más efectiva, adaptada y adecuada. 

En cuanto a la evaluación formativa, es aquella que monitoriza el aprendizaje del alumnado de forma continua, mediante una serie de procedimientos y herramientas, para que tanto profesor/a como alumno/a puedan identificar, analizar y usar la información sobre los conocimientos y habilidades del alumnado para poder tomar decisiones que favorezcan el proceso de enseñanza-aprendizaje. Es decir, conocer los puntos fuertes y débiles para que el alumno/a se centre en las áreas que necesitan más trabajo y el profesorado tenga consciencia de las dificultades presentes y pueda abordarlas. Esta evaluación, centrada en el progreso y evolución del alumnado, debe ser transparente, consistente, variada, con objetivos claros y debe proporcionar feedback. 

Esta retroalimentación es crucial para que el alumnado sepa cuales son sus objetivos en cuanto al aprendizaje y qué puede mejorar durante el proceso. El feedback más adecuado es el que hace énfasis en los aspectos positivos, se realiza en el momento oportuno, se adapta a cada alumno/a en función de sus necesidades y se centra en lo que el alumno/a puede mejorar, entre otras. Existen multitud de maneras de proporcionar feedback al alumnado, pudiendo consistir en una respuesta verbal, escrita o gestual, como pueden ser comentarios (orales o escritos), checklists, cuestionarios o calificaciones. En cuanto a este último método, muchas veces es ineficaz, ya que el alumno/a se centra en la nota, sin conocer los fallos que ha tenido ni cómo puede mejorarlos, por lo que los volverá a cometer en un futuro. Además, algunos alumnos y alumnas que esperaban una nota mayor pueden desanimarse y desmotivarse o puede dar motivo a comparaciones entre compañeros, pudiendo afectar a su autoestima.

Ahora bien, nadie ha dicho que incorporar la evaluación formativa en las aulas sea una tarea sencilla, para ello existen algunas estrategias que se pueden poner en práctica. En primer lugar, es realmente importante compartir con el alumnado las intenciones del aprendizaje y los criterios de evaluación, como la creación y uso de una rúbrica durante el proceso o la muestra de un trabajo ejemplar. También es importante asegurarse de que el alumnado está aprendiendo, para ello el/la docente puede realizar preguntas haciendo participar a todo el alumnado. Otra estrategia atractiva sería el uso de la coevaluación, por ejemplo, que se deban proporcionar comentarios positivos y alguno negativo ante el trabajo de un compañero/a. La ayuda mutua entre compañeros además de favorecer el aprendizaje colaborativo, puede ser muy efectiva, a veces la explicación o corrección de una persona que está en tu misma situación puede ser más clara y conseguir un mayor asentamiento del contenido. La última estrategia incide en que cada alumno/a sea responsable de su aprendizaje, por ejemplo, realizando un portfolio o diario de aprendizaje, y propiciar su autoevaluación, para que identifique su progreso y reflexione críticamente sobre el mismo, promoviendo su responsabilidad, independencia y activación. 

Por último, la evaluación sumativa o final es la suma de todos los resultados de los medios de evaluación utilizados durante el curso. Esta debe ser variada, continua, integrada, colaborativa, evidenciada y sistemática y suele realizarse a final de curso o al terminar un periodo. 

Hemos hablado de los diferentes tipos de evaluación pero… ¿y qué instrumentos utilizamos para recoger los datos? Existen numerosos instrumentos, como puede ser la observación, entrevistas, portfolios, charlas, cuestionarios, baremos, checklists o rúbricas. En esta entrada me centraré en las rúbricas, un instrumento que se utiliza habitualmente pero muchas veces no de la forma adecuada. Comencemos por definir términos, una rúbrica es una tabla en la que se recogen una serie de criterios coherente para el trabajo del alumnado que incluye descripciones de los niveles de calidad y de actuación en esos criterios. Las herramientas de evaluación pasan de ser juicios sobre el aprendizaje a pruebas del mismo, de esta forma el alumnado puede ver de forma clara qué puede mejorar o qué se le va a evaluar. 

En conclusión, el tema de la evaluación me parece de suma importancia como futuros docentes. La evaluación formativa es esencial para que el proceso de enseñanza aprendizaje funcione adecuadamente y muchas veces, hablando desde mi experiencia, el profesorado evalúa simplemente con una calificación numérica, sin explicaciones ni feedback, dejando de lado la posibilidad de mejora del alumnado. El proceso de evaluación es tedioso, pero necesario, sin una evaluación de calidad, no va a existir progreso ni evolución, y el alumno/a se estancará en unos contenidos. Animo a los profesores y profesoras y a los futuros docentes a implicarse activamente en el proceso de evaluación, haciendo partícipes a los propios alumnos/as y a ellos mismos, con el fin de conseguir aprovechar el proceso de enseñanza aprendizaje de la forma más eficaz.

Aquí os dejo un vídeo sobre la retroalimentación y algunos enlaces que pueden resultaros de interés: